Crecer con salud

Niños y niñas de 1 a 5 años

Es importante que lleves a tu hijo a los controles periódicos de salud aunque no esté enfermo ni presente ningún problema en particular.

Entre el año y los 2 años: cada 3 meses (es decir, a los 15, 18, 21 y 24 meses).

Entre los 2 y los 3 años: cada 6 meses (es decir a los 30 y a los 36 meses).

A partir de los 3 años: un control anual.

En esta etapa, tu hijo empezará a desarrollar habilidades sociales y motrices. También dejará los pañales y adquirirá el lenguaje.

Niños y niñas de 6 a 10 años

En esta etapa, la escolaridad desempeña un papel muy importante en la vida de tu hijo, ya que no solo se desarrolla intelectualmente, sino que interactúa y genera vínculos con sus pares.

La socialización implica una serie de aprendizajes tales como la tolerancia a la frustración y a la espera, la pertenencia a un grupo y el respeto por las normas de convivencia.

Consejos para el buen desarrollo de tu hijo

Es fundamental que vos, tu pareja y los adultos a cargo generen un ámbito de comunicación con tu hijo. Tienen que escuchar al niño atentamente y respetar sus ideas.

Cuando se sienten escuchados y les creemos, aumentamos su autoestima. Este espacio es propicio para conocer las situaciones conflictivas que se puedan presentar y sugerir estrategias para afrontarlas.

Enseñale a no dejarse someter ni maltratar, de palabra o físicamente. Y no lo hagas ni permitas que lo hagan otros, aunque sea con el pretexto de “educarlo”. Para protegerlo del abuso sexual infantil, enseñale a:

  • no hablar con desconocidos, aunque los llamen por su nombre.
  • no aceptar regalos de extraños.
  • mantenerse alejado de las personas de las que desconfían.
  • no dejar que su cuerpo sea “invadido” de ninguna manera.
  • evitar que vaya solo a los baños públicos.
  • no tener vergüenza de pedir ayuda o hablar con un adulto de confianza si tiene dudas o inquietudes en relación con su cuerpo o la conducta de un adulto, aunque sea de su entorno cercano.

Proporciona a tu hijo un espacio personal, aunque sea pequeño. Si no tiene un cuarto propio, al menos un rincón, un estante, un cajón, que le sea propio, donde guarde sus útiles y cuadernos, sus juguetes, sus cosas. Enséñale a responsabilizarse por su orden y cuidado.

Demostrá interés en sus actividades: preguntá por la escuela y por las actividades que realiza tu hijo después de las clases; si es posible, mirá diariamente los trabajos que haya realizado. Valorá lo que aprende y las cosas que puede hacer por sí mismo.

Conocé a sus amigos y a sus padres.

Establecé límites claros para el comportamiento de tu hijo. A esta edad ya puede entender las consecuencias de su comportamiento.

Fomentá que sea responsable de sí mismo y de sus cosas, ya sea ordenando sus juguetes, su ropa, su habitación o su cama, o ayudando a la familia en alguna tarea del hogar.

Enseñale los nombres correctos de todas las partes del cuerpo, tanto masculino como femenino. Respondé de manera sencilla y sincera a las preguntas que puedan surgir sobre aspectos de la sexualidad.

Enseñale cómo mantenerse fuera de peligro frente a personas desconocidas y cómo manejar situaciones incómodas, incluso con personas que conoce.

Prevención de accidentes en tu hogar

Tené presente que, en la medida en que tu hijo aprende a desplazarse de diferentes maneras, aumentan los peligros que corre.

La supervisión permanente es fundamental. Vos y el resto de la familia deben tener presente que el niño progresa rápidamente en su desarrollo motor. Acordate que los episodios de lesiones más frecuentes ocurren en el hogar; especialmente, dentro de la cocina.

Es muy importante que vos y los adultos de la familia le pongan límites claros, conteniendo sus enojos, reconociendo sus necesidades y preparando el espacio para que pueda manejarse con cierta independencia.

Además, trata de hacer cada vez más cosas por sí mismo. Quiere tomar agua de un vaso, intenta agarrar la cuchara y comer solo. También logra pararse y llega a lugares que antes no alcanzaba.

Protegé con rejas o defensas adecuadas las ventanas, escaleras y balcones.

Prestá atención al usar manteles, ya que el niño puede desplazarse y tirar de ellos, arrastrando sobre sí objetos y líquidos calientes.

No le des al niño alimentos que puedan aspirarse con facilidad (garrapiñadas, maníes, etc.)

Guardá bien los objetos filosos o punzantes (cuchillos, tijeras, agujas de tejer, etc.).

Mantené los insecticidas, los medicamentos y los artículos de limpieza en un lugar seguro y en su envase original.

No le des para que juegue cordones, ni bolsas plásticas, ni globos, ni objetos pequeños.

Tapá los enchufes.

No tengas al bebé en brazos cuando estás tomando una bebida caliente.

No dejes solo a tu hijo si se encuentra jugando con agua. Cuidá también que no queden al alcance del niño recipientes con agua (baldes, tachos, piletas, jarrones, etc.) donde se pueda ahogar.